viernes, 31 de octubre de 2014

Teresa Romero: Cuatro de los seis médicos que tratan a los enfermos de ébola son eventuales | España | EL PAÍS

Teresa Romero: Cuatro de los seis médicos que tratan a los enfermos de ébola son eventuales | España | EL PAÍS



Cuatro de los seis médicos que tratan a los enfermos de ébola son eventuales

Los facultativos llevan entre cuatro y nueve años firmando contratos encadenados





Rueda de prensa en el Hospital Carlos III para anunciar la curación de la contagiada de ébola Teresa Romero. / SAMUEL SANCHEZ


Cuatro de los cinco médicos —seis, si se cuenta al jefe de Servicio— deTeresa Romero, la auxiliar de enfermería contagiada de ébola que permanece ingresada en el hospital Carlos III de Madrid, son eventuales, es decir, no tienen plaza fija y llevan años renovando sus contratos cada seis meses. Los cinco facultativos que han estado en el día a día del tratamiento de Romero, y que antes lo estuvieron con los dos misioneros repatriados desde África Occidental, son especialistas en Medicina Tropical, que depende del Servicio de Enfermedades Infecciosas del hospital de La Paz. Solo uno de ellos tiene un trabajo estable. Los otros cuatro, con edades comprendidas entre 33 y 40 años, llevan entre cuatro y nueve años firmando contratos encadenados. El último ha sido de 12 meses, pero los han llegado a tener de un mes.
Este equipo es uno de los más experimentados en el tratamiento del ébola en los países desarrollados. Solo un hospital estadounidense, el Emory de Atlanta, ha tratado en sus instalaciones a más enfermosafectados por este virus. El equipo del Carlos III está preparando la publicación de artículos científicos sobre las terapias experimentales aplicadas a Romero, a la que se trató con plasma sanguíneo de convaleciente y con un antiviral que antes de la crisis del ébola solo se había ensayado en ratones. Los médicos de Tropicales han aplicado unas dosis del fármaco que no se han usado antes y han medido sus efectos en los niveles de carga viral. Esos datos pueden servir para pautar mejor los tratamientos: cuándo y en qué dosis se puede administrar el favipiravir para medir su efectividad.
El presidente madrileño, Ignacio González, anunció hace unos días que propondrá la concesión de “la más alta distinción de Sanidad de la Comunidad de Madrid” a todos los profesionales que han trabajado desde el 4 de agosto hasta ahora para superar la crisis del ébola, entre ellos a Teresa Romero. “Desde el anuncio, por los pasillos se oye mucho esta frase: ‘Menos medallas y más contratos estables”, relata con sorna un sanitario del Carlos III. “En la sanidad madrileña lo normal, y casi tu máxima aspiración, es ser eventual. No hay otra cosa desde hace muchos años”, añade.
La eventualidad de los médicos, y del resto de categorías sanitarias, es un problema que incluso la Comunidad de Madrid reconoce. González anunció en abril pasado que a partir de julio se llevaría a cabo la conversión de 5.000 empleados sanitarios eventuales en interinos “con el fin de mejorar su estabilidad laboral”. Una promesa que también se había hecho en el mes de diciembre anterior. Julián Ezquerra, secretario general del sindicato médico Amyts, recuerda que ya en 2007 el Gobierno regional firmó con los sindicatos convertir los contratos de eventuales en interinos si estos ocupaban plazas estructurales (más de dos años en el mismo puesto). En el Carlos III los especialistas eventuales entregaron la documentación en septiembre pasado y aún no saben el resultado de la valoración. Su contrato acaba el próximo 31 de diciembre.
“Hace años que solo se contrata a eventuales. Se ha hecho una bola tremenda. Muchos llevan hasta 15 años así”, dice Ezquerra. Su organización calcula que el porcentaje de médicos eventuales ronda el 20% en Madrid, con un 30% en determinados hospitales. Fuentes del hospital Carlos III señalan que la eventualidad entre enfermeras y auxiliares de enfermería ronda en este centro el 40%.
En los centros madrileños abundan los casos de especialistas que encadenan contratos cada tres meses pese a ocupar plazas estructurales. Se han dado algunos de acumulación de 69 contratos en cuatro años. El año 2014 ha sido de los mejores para los eventuales, porque a muchos se les hizo contrato por 12 meses, hasta el 31 de diciembre. Es el caso de los facultativos de Tropicales del Carlos III. En cambio, en 2013, en pleno proceso de privatización —plan retirado tras varios reveses en los juzgados— la Administración hizo contratos de mes en mes, explica Ezquerra.
La Consejería de Sanidad madrileña no facilitó el porcentaje de eventualidad entre los 16.000 facultativos de la región. El complejo hospitalario La Paz-Carlos III aseguró que “todos los médicos de la unidad de Tropicales están en proceso de interinización”.


Ébola: Romero: “¡No quiero entrevistas... lo que yo necesito es a mi perro!” | España | EL PAÍS



LA LUCHA CONTRA EL ÉBOLA
Parte del equipo que se ocupa del ébola en el Carlos III. Sólo el jefe de servicio, a la izquierda, tiene plaza fija. / SAMUEL SÁNCHEZ

Cuatro de los 6 médicos que tratan a enfermos de ébola son eventuales

Los facultativos de Medicina Tropical del Carlos III llevan entre cuatro y nueve años firmando contratos encadenados

Teresa Romero: “¿Entrevistas? Lo que necesito es a mi perro”

La auxiliar de enfermería curada de ébola se lamenta por lo ocurrido a su mascota 'Excalibur'


Romero: “¡No quiero entrevistas... lo que yo necesito es a mi perro!”

La auxiliar que ha logrado vencer al ébola, muy enfadada por lo ocurrido con su can





Teresa Romero en el hospital Carlos III. / FOTO CEDIDA POR SU MARIDO


El jueves fue un día de lágrimas, rabia y tensión en el matrimonio de Teresa Romero (la primera persona contagiada de ébola en España) y su marido Javier Limón. Pero no porque haya discusiones entre ellos o se lleven mal. Todo lo contrario: en sus diálogos telefónicos reinan el respeto y el cariño. Pero ahora la voz de Teresa se eleva cuando se acuerda de su perro, Excalibur, y solo se apacigua cuando Javier le comenta las novedades del exterior.Ella sigue aislada en el hospital Carlos III, con la esperanza de que el último análisis sobre fluidos que se le ha hecho descarte definitivamente la presencia del ébola en su cuerpo.
¿Cómo te encuentras hoy?, le pregunta Javier a través del móvil, desde una habitación del despacho de su abogado, José María Garzón, que prepara una contundente acción judicial por las omisiones y dejaciones que pudieron determinar el contagio de Teresa. Y también para que se reparen los daños y perjuicios que el maldito virus ha causado al matrimonio.
—"Estoy muy cansada, me duelen los hombros", —contesta Teresa.
—"Pero eso debe ser de estar en la cama... casi sin moverte".
Teresa está muy recuperada. Y se le nota, y su voz cambia de tono según el tema que trate con su marido. Lo de Excalibur la exacerba. Se siente feliz ante la proximidad del alta médica, pero le aterra pensar en el momento de franquear la puerta de casa y ver que no estará allí Excalibur para saludarla, como hacía siempre. "¡No quiero ninguna entrevista, lo que necesito es a mi perro...", se la escucha en voz alta al otro lado del teléfono cuando Javier le comenta el deseo de este periódico de charlar con ella.
"¡Solo quiero que me den a mi perro… ¿Qué le han hecho a mi perro esos hijos de su madre? ¡¿Por qué me lo han matado?!", se oye gritar a Teresa, llena de rabia e impotencia.
Javier Limón, que ha perdido cinco kilos este mes, se emociona escuchando a su esposa. Su rostro también refleja dolor. Sobre todo cuando evoca el sufrimiento que, explica, debió pasar Excaliburaquellos nefastos días, cuando a Teresa le diagnosticaron ébola en el hospital de Alcorcón, al que acudió con fiebre dejando al animal en casa, en la creencia de que regresaría, y ya con España conmocionada por la noticia.
Teresa y Javier fueron aislados en el hospital y durante dos díasExcalibur estuvo solo en casa, hasta que fue sacrificado. Una nube negra que, de pronto, arrasó la tranquilidad del matrimonio: acercó a Teresa a la muerte y mató a Excalibur. Javier recuerda con gran amargura aquellos momentos. "No quiero ni pensar cómo debió sentirse aquellos días mi perro, al ver que pasaban las horas y ninguno de los dos llegábamos a casa, mientras a través de las ventanas oía ruido fuera y en la calle", recuerda Javier, llorando. "Imagino lo nervioso que debió ponerse cuando oyera a extraños echar la puerta abajo, y ver entrar a hombres encapuchados de pies a cabeza, que iban a por él…". Excalibur tenía 12 años, "pero estaba muy bien de salud y jamás fue agresivo con nadie: iba por la calle y él notaba que alguien le miraba a los ojos, él también lo miraba y se iba hacia él moviendo el rabo para que lo acariciara. Daba igual niños o mayores", recuerda Javier.
Teresa y su marido están muy dolidos con lo sucedido: "Había muchas opciones antes que sacrificarlo: ponerlo en cuarentena y observarlo... Cuando vinieron a casa a por mí, me despedí deExcalibur, y le toqué la boca, labios, los ojos, todo… y aquí estoy yo, y no me contagió nada. ¿Por qué sí iba a estarlo él?". A Teresa no se le va de la cabeza la pérdida de su perro desde que supo la noticia. Incluso en los malos momentos preguntó por el animal, pero los médicos le retiraron el teléfono móvil para que no viese las noticias.
Javier estaba también aislado en el hospital y era una forma de escabullirse de las preguntas de su esposa sobre Excalibur. Sabía que le dolería mucho: por eso esperó al segundo análisis, que también dio negativo al ébola, para confesárselo. "Sí, lo han sacrificado". Se hizo un silencio "y los dos nos pusimos a llorar", recuerda Javier.

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