sábado, 21 de abril de 2012

El otro 'turismo' sanitario | Noticias | elmundo.es

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SANIDAD | Crisis y recortes

El otro 'turismo' sanitario

  • Residentes en el extranjero y quienes cambian de CCAA, 'sufren' las 17 sanidades
  • Las CCAA pagan la atención de los 'turistas nacionales' cuando están fuera
Juan Alberto tiene 65 años, y lleva los últimos 43 viviendo y trabajando en Alemania. Cada verano vuelve a su Galicia natal a pasar una temporada, cada vez más larga, confiesa, ahora que se ha jubilado. Él, como muchos otros españoles residentes en el extranjero, representa la otra cara del 'turismo sanitario' que tanto ha dado que hablar en las últimas semanas a raíz de los recortes del Gobierno.

"Cuando oigo que el Tribunal de Cuentas denuncia el abuso deliberado de los extranjeros no puedo evitar indignarme", confiesa desde Hannover con un acento germano-gallego. "Si en España hay varios meses de lista de espera para operarse..., ¿cómo va a ir ningún extranjero a operarse de un día para otro?", exclama.
La ministra Ana Mato 'desmiente' a este gallego y ha asegurado esta semana que el Gobierno prohibirá el turismo sanitario para ahorrar mil millones de euros en la atención indebida a ciudadanos extranjeros que se desplazan a nuestro país en busca de cuidados médicos.

Tarjeta de desplazado

Cada verano, Juan Alberto y su mujer repiten la misma operación, acuden al centro de salud con su tarjeta sanitaria alemana y allí les expiden una tarjeta de desplazado con una validez de tres meses. Como, además, perciben una pequeña pensión por el tiempo que trabajaron en nuestro país, también tienen derecho a percibir las recetas de jubilados; que a partir de ahora les obligará a abonar el 10%.

"No le robamos nada a la Seguridad Social española", se defiende, harto de lo que él llama "la demagogia de los políticos, que defienden que la Sanidad española es la mejor del mundo, pero tienen una lista de espera de meses".

La tarjeta de desplazado, como explican fuentes del Servicio Madrileño de Salud (Sermas), es la que permite atender en los centros de salud a las personas como Juan Alberto, o a los españoles que tienen que trasladarse temporalmente de una comunidad a otra, sin necesidad de empadronarse. Aunque para estancias más cortas, como las vacaciones, es raro que nadie acuda a un ambulatorio a por dicha tarjeta de desplazado; excepto en el caso de pacientes con enfermedades crónicas que les obligan a ser más precavidos.

¿Quién paga cuando salimos de casa?

Como norma general, los 'turistas nacionales' corren a cargo de las comunidades autónomas de destino que les atienden, que no disponen hoy por hoy de ningún mecanismo para trasladarle a sus vecinas el coste que haya ocasionado, por ejemplo, un cántabro de vacaciones en Andalucía ("si no es asistencia programada, en este momento, no existe ninguna fórmula", admiten desde el Gobierno de Canarias). En tiempos de estrecheces, esta situación ha llevado a que algunas comunidades (precisamente las más receptoras de turismo nacional -la Comunidad Valenciana calcula que gastó en 2009 164 millones en este capítulo-), pongan ciertas trabas a la hora de atender o extender recetas.

Martina, por ejemplo, tuvo que firmar una 'factura' cuando su hijo fue atendido en Canarias el verano pasado ("me aseguraron que era para cobrarle a la Comunidad de Madrid por atenderle"). Y Elisa, nombre ficticio como en el primer caso, sufrió algunas trabas en su lugar de vacaciones, una playa almeriense, "porque se me había olvidado la tarjeta sanitaria de Madrid y me aseguraron que así no podían remitir el pago a mi comunidad".

Como explican desde la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias, precisamente, "cuando un paciente acude sin identificación (sin su tarjeta sanitaria); si posteriormente acredita que tiene Tarjeta Sanitaria de su Comunidad Autónoma y allí tiene reconocido el derecho de asistencia sanitaria, se anula la factura".

Un fondo solidario

El Ministerio de Sanidad aclara a ELMUNDO.es que los casos en los que las CCAA sí pueden cobrar oficialmente por las personas de otras regiones que hayan atendido incluyen las llamadas derivaciones (por las que un especialista remite a un paciente) o cuando se atiende a un español en un centro de referencia, aunque no se encuentre en su región (por ejemplo, el Hospital Niño Jesús de Madrid es referencia para cuestiones de oncología pediátrica, lo que le permite atender a niños procedentes de toda España).
En estos casos, la factura de estos pacientes no la paga la comunidad autónoma de origen, sino el propio Estado, a través del llamado Fondo de Cohesión sanitaria (a partir de ahora bautizado como Fondo de Garantía Asistencial). Esta 'bolsa común' está pensada precisamente para reembolsar parte del gasto que tienen las autonomías cuando atienden a personas sin cobertura sanitaria, extranjeros o procedentes de otras regiones.

Madrid, por ejemplo, recibió 51 millones de euros por atender en 2010 a personas procedentes de otras comunidades. En cambio, no recibió nada por atender a pacientes europeos, porque se da la circunstancia de que fueron más los madrileños atendidos en el extranjero y el fondo realiza una compensación entre los 'debes' y 'haberes'.

Los técnicos del Sermas explican que en el caso de los ciudadanos europeos, los trámites están teóricamente bien cubiertos gracias a la tarjeta europea, que permite pasar la factura posteriormente a su país de origen. En cambio, admiten, el 'cobro' a pacientes no comunitarios es mucho más complicado.

17 calendarios vacunales

Pero los desplazamientos temporales (en vacaciones, por ejemplo) no son los únicos que causan más de un quebradero de cabeza. Raquel sabe bien, por ejemplo, los desajustes que puede suponer la inexistencia de un calendario vacunal único. Algo que, de acuerdo con la ministra de Sanidad, también se corregirá en los próximos meses con intención de ahorrar.

El hijo de esta almeriense nació en Melilla por circunstancias de trabajo de su marido. En la Ciudad Autónoma no ponen la vacuna de la hepatitis B en el momento de nacer como sí, hacen por ejemplo, Andalucía y Castilla-La Mancha. "A los cuatros días nos lo trajimos a Almería, donde teníamos nuestra residencia oficial", relata. El pequeño ingresó en el hospital por una infección hasta casi cumplir su primer mes, cuando un nuevo traslado laboral les llevó hasta Cuenca.

"Cuando llegamos allí, mi hijo casi tenía dos meses y todavía no se había vacunado de la hepatitis B: en Melilla no se la pusieron al nacer, en Andalucía se la hubiesen puesto a los dos meses -cuando ya nos habíamos ido- y en Castilla-La Mancha el primer mes, cuando todavía no habíamos llegado". Raquel y su marido siguieron a partir de entonces el calendario vacunal de Castilla-La Mancha, pero siempre con un ojo puesto en el andaluz, donde tendrían que volver. "En estas dos comunidades, las vacunas son las mismas, sólo cambian las fechas en las que se ponen, pero si hubiesen estado unificadas no nos hubiese traído tantos calentamientos de cabeza".

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